domingo, 29 de abril de 2018

América latina en la disputa geopolítica.


Sin lugar a dudas el mundo está convulsionado. O ya a esta altura es una locura pensar que está, sino más bien vive en un estado permanente de cambio y convulsión producto de la aceleración de la economía y el desarrollo tecnológico. Lo cierto es que, desde el siglo pasado, la historia experimentó cambios constantes que llevaron el devenir al escenario de hoy día: un escenario donde el propio modelo capitalista neoliberal está en jaque, con sus bases fundamentales tambaleando mientras la economía exige nuevas agendas liberalizadoras para afianzar el modelo. Sin lugar a dudas, estamos frente a una encrucijada que se puede resolver con más neoliberalismo, con un modelo nuevo que provenga de un nuevo líder mundial, o pensando una economía distinta e inclusiva entre todos.


La transformación productiva

Desde el ejemplo de la fábrica de alfileres de Adam Smith muchas cosas han pasado a nivel económico que hicieron mutar al capitalismo. Vivimos tres revoluciones industriales, todas ellas marcadas por transformaciones productivas y transformaciones laborales como contraparte. Lo cierto es que los trabajos de hoy no son los empleos de antaño ni las empresas son iguales. La fragmentación de la cadena productiva y la globalización, así como también la era de la comunicación y las finanzas, dejaron el terreno preparado para lo que ya hoy día es una realidad: un nuevo modelo productivo que tiene como su mayor trofeo empresas físicamente inexistentes.

¿Cómo se explica esto? Las grandes empresas transnacionales han logrado modelos de negocios sostenidos en las finanzas y el uso y manejo de datos y no tanto en la producción de bienes y servicios físicos en la economía. El verdadero negocio hoy está en el manejo del dinero virtual y de los datos que almacenan las empresas en sus servidores, vendiéndolos, comprándolos, haciendo publicidad segmentada, desarrollando y alimentando algoritmos y produciendo inteligencia artificial para poder, cada vez más, producir una nueva gama de productos inteligentes… o como se los suele llamar, “el internet de las cosas”.

Una realidad que se va moldeando son grandes empresas trasnacionales con domicilio en lejanos (y no tanto) paraísos fiscales, sin empleados, que fomentan a “emprendedores” a ser sus propios jefes, utilizando sus portales y sus conveniencias para poder encontrar empleo en la economía global. En este sentido, vemos cada vez más, en los diversos sectores de la economía, cómo la cadena productiva se desmiembra poco a poco hasta llegar al trabajador, que hace ya tiempo dejó de ser empleado en relación de dependencia. El paradigma UBER llegó aceleradamente a todos los sectores.

En este contexto, la economía de los últimos años podía analizarse por regiones: un Norte global en crisis luego de que explotara la burbuja de las hipotecas subprime en EEUU, explosión que llegó por el sistema financiero a los grandes centros económicos. Europa con baja tasa de empleo, con el problema del terrorismo dentro de sus fronteras, y sin mercados donde localizar sus productos. EEUU, aun hoy día, no logra encontrar la salida y el descontento por la economía provocó un viraje político inesperado.

Asia, con China a la cabeza, no dejó de crecer. Supo encontrar su lugar y ser el motor que sostuvo todo el sur global, incluido África. El liderazgo creciente de China, producto de su transformación económica y su poder de mercado, hizo que el mundo virara su mirada hacia el Este gigante, que cobra un protagonismo creciente. China pasó a ser en los últimos años la economía con mayor PIB mundial, si no tomamos a Europa como un todo, y el problema de balanza de pagos con EEUU provocó una guerra silenciosa entre ambos países.

América Latina fue la otra región que debe ser vista por separado. Ciertamente supo crecer e incorporar grandes masas a la clase media mundial, con un boom de consumo en la región nunca antes visto. Estas nuevas clases medias demandaron cada vez más y mejores servicios a la política local, no siendo suficiente para satisfacerlas el nivel de crecimiento del PIB regional. Bien podría decirse que la demanda superó la capacidad de oferta de la región, coartando la capacidad política de los gobiernos.


Los hechos políticos y la agenda comercial

La realidad económica tuvo su correlato político, y vimos en los últimos años una América Latina que viró del populismo y la economía keynesiana, hacia el neoliberalismo y los gobiernos de derecha. Una Europa debilitada por el Brexit y otras manifestaciones políticas con gobiernos contrarios a la Unión Europea. Finalmente el descontento ante la incapacidad del gobierno demócrata de volver a encauzar la economía con su promesa de libre mercado, hizo a Trump ver una oportunidad política de armar una campaña electoral contra el libre comercio en lo discursivo y ganar las elecciones en EEUU, nombrando nuevos enemigos comunes a los ya históricos de ese país, como lo es China.

¿Qué pasó con el comercio internacional? Ciertamente, cuando asumió Trump, las negociaciones se paralizaron por un instante al ver al presidente norteamericano patear el tablero del Tratado Trans-Pacífico. Pero las empresas y esta nueva economía de datos necesitaban de las nuevas reglas comerciales que sigan homogeneizando a las naciones soberanas a fin de aprovechar ventajas comparativas y lograr el ansiado dumping social a la baja. La agenda de comercio electrónico siguió tomando fuerza, puesto que ésta es la clave para lograr una economía completamente liberalizada y afianzar de una vez y para siempre el modelo neoliberal que tanto desean los grandes conglomerados empresarios.

La confusión que se generó dejó una imagen de Trump como “anti libre comercio”, que demostró ser falsa al tener negociaciones comerciales que seguían vigentes como el TISA o el TTIP y las reglas en torno a la OMC, entre otras. Respecto de estas últimas, en la pasada ministerial de Buenos Aires en diciembre de 2017, la estrategia del gobierno norteamericano dejó en claro la voluntad de impulsar el libre comercio bilateral o regional por sobre el multilateral, cuando el negociador norteamericano abandonó las negociaciones antes de que concluya la reunión, en un claro mensaje de no querer impulsar negociaciones multilaterales y ceder espacios de poder a los países del sur global en general y China en particular.

Lo cierto es que la realidad económica superó la voluntad empresaria, y el TTIP no logró su aprobación, quedando sepultado en la historia. No así el TTP que en marzo del 2018 volvió a firmarse en Santiago de Chile, sin EEUU.

El modelo neoliberal, sostenido en el tejido legal de las negociaciones en torno al comercio internacional y la protección de inversiones, parece estar dando manotazos de ahogado frente a una realidad económica que lo supera y al descontento popular de las grandes masas.

Entonces, ¿qué es lo que se avecina?


China, la encrucijada y después

La realidad es que China se viene perfilando como la nueva gran potencia mundial. El mercado de masas que posee supo ganarle a la crisis mundial y China se llevó puesto todo. Pero, ¿qué significa un nuevo mundo donde China dicte las reglas de juego? Difícil es saberlo. Lo cierto es que hoy día es capitalista no neoliberal. Es capitalismo, sí, pero no como el que estábamos acostumbrados. Es un capitalismo con el mercado como base, con fuerte presencia estatal y control tanto de las empresas como de las personas. En este contexto es que se gestan nuevas reglas comerciales en torno a la regulación doméstica, las empresas estatales, los monopolios y el comercio electrónico. China aseguró que para el año 2030 esperan ser líderes en el desarrollo de inteligencia artificial y AliBaba es hoy día la empresa de venta al por menor que más factura a nivel mundial, habiendo desbancado a Walmart que había ocupado ese cargo durante décadas.

En cuanto a acuerdos comerciales se refiere, China viene impulsando una estancada Asociación Económica Integral Regional (RCEP por sus siglas en inglés), un acuerdo que intenta posicionar al país como el líder del comercio internacional en la región asiática. El acuerdo, si bien continúa su negociación, no parece ir hacia buen puerto y aún falta un largo camino por recorrer.

Las reglas comerciales, en los distintos ámbitos donde se negocian, parecen estar estancadas sin rumbo. Si bien China tiene las de ganar, hace pensar que, en el fondo, el problema que suscita es que la ciudadanía se cansó de decir una y otra vez que no quiere acuerdos comerciales que pongan trabas a la soberanía de las naciones. Probablemente sea el momento propicio para que juntos pugnemos por un nuevo modelo de comercio internacional con la inclusión como eje de discusión y no los negocios corporativos.


Sofía Scasserra es Investigadora y Docente, Instituto del Mundo del Trabajo Julio Godio-UNTREF, Asesora en Temas Económicos y de Comercio Internacional FAECYS - UNI Américas. 

Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento: Tensiones e impases en la OMC 19/04/2018. https://www.alainet.org/es/articulo/192415

sábado, 28 de abril de 2018

Macri y Temer ejecutan el fin de la Unasur.


Ya lo sabe Evo Morales, mandatario de Bolivia y en este momento presidente de la Unasur: seis países se irán de la Unión Suramericana de Naciones. Son la Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Paraguay. Quedan Venezuela, Bolivia, Ecuador, Uruguay, Guayana y Surinam. Es decir, chau Unasur. No es posible que exista un organismo representativo de Sudamérica sin los dos países mayores, Brasil y la Argentina.

Una carta reservada que trascendió por información de las agencias de noticias EFE y Reuters indica que funcionarios de los seis países le anunciaron al canciller boliviano Fernando Huanacuni que suspenderían su participación en Unasur “por la urgente necesidad de resolver la situación de acefalía de la organización”. Unasur está sin secretario ejecutivo desde que terminó el mandato del ex presidente colombiano Ernesto Samper. Hace tres días Samper definió a la Unasur actual como “un hospital cerrado”. Los seis países parecen haber resuelto, además, dinamitarlo.

Si la Unasur queda destruida se esfumará con ella el Consejo de Defensa Suramericano, creado en 2008 para “consolidar una zona de paz suramericana”, “construir una visión común en materia de defensa”, “articular posiciones regionales en foros multilaterales sobre defensa”, “cooperar regionalmente en materia de defensa” y apoyar “acciones de desminado, prevención, mitigación y asistencia a víctimas de desastres naturales”. No eran solo palabras. El CDS funcionó hasta la asunción de Mauricio Macri en la Argentina, en 2015, y la toma del gobierno por parte de Michel Temer en Brasil mediante un golpe, en 2016.

También quedarán archivados sin Unasur los planes para crear una plataforma informática única.

En caso de que, como parece, la suspensión efectivamente se mantenga en el tiempo y la Unasur quede vaciada, se confirmarán cinco pistas.

Primera pista: el boicot a un organismo existente es un paso más en el aislamiento de Venezuela, que marcha a sus elecciones del 20 de mayo bajo la conducción de Nicolás Maduro, quien viene sobreviviendo en la Presidencia contra los augurios en contra.

Segunda pista: es un castigo a Bolivia, que a la vez respeta el equilibrio fiscal y no abandona el camino de nacionalizar sus recursos y explotarlos. Esta misma semana descubrió una nueva reserva gasífera.

Tercera pista: es otra escalada hacia la autodisolución de Sudamérica como espacio plural y características relativamente homogéneas en cuanto a recursos naturales, complementariedad y potencial integrador en energía, conectividad de Internet e infraestructura.

Cuarta pista: a mayor dilución, mayor cercanía respecto de un ALCA de hecho, un Área de Libre Comercio de las Américas bajo la conducción de los Estados Unidos. Y ello sin que Washington haya necesitado hacer el mínimo gasto de energía.

Quinta pista, con pregunta incluida: si los países de Sudamérica se regalan, ¿habrá alguien que los acepte? El interrogante es si habrá alguien que los acepte como Estados. Los recursos, claro, siempre serán bienvenidos para las transnacionales, que sin Unasur habrán removido un obstáculo más en la continuidad de sus cadenas globales de valor.

Sexta pista: es una advertencia de hecho contra Andrés Manuel López Obrador, el candidato de centroizquierda favorito para las presidenciales mexicanas del 1° de julio. Hoy lleva diez puntos de ventaja sobre el derechista Ricardo Anaya. Para una eventual presidencia de AMLO, como lo conocen los mexicanos, una Unasur fulminada sería un resorte menos en las negociaciones con los Estados Unidos.

Las seis interpretaciones no son contradictorias. Habrá que ver qué sucede en el futuro pero el primer análisis arroja una fragmentación voluntaria.

El viejo “divide y reinarás”.

O reinarán.

El diario El Comercio de Lima atribuyó a una autoridad peruana este comentario: “Unasur funciona por consenso y dentro de Unasur hay tales discrepancias entre los miembros sobre las visiones políticas y económicas que hacen inoperante al organismo”.

En realidad la Unasur fue siempre plural. En su momento de oro, después de su puesta en funciones en 2010 con Néstor Kirchner de primer secretario ejecutivo, convivieron gobiernos como los de la Argentina de Cristina Fernández de Kirchner, el Brasil de Lula y la Venezuela de Hugo Chávez con la Colombia de Juan Manuel Santos y el Chile de Sebastián Piñera.

Sudamérica como espacio geopolítico es una antigua idea de Itamaraty, la cancillería brasileña, que recién pudo ponerse en práctica después de la asunción de la presidencia por parte de Lula, el 1° de enero de 2003.

Lula llegó incluso a un acuerdo con Eduardo Duhalde cuando el banfileño era presidente de la Argentina. El proyecto se llamaba entonces Comunidad Sudamericana de Naciones. Tras una negociación trabajosa, se estrenó el 8 de diciembre de 2004 en el Coricancha del Cusco, el viejo templo del sol de los incas sobre el que los españoles construyeron la iglesia de Santo Domingo. Néstor Kirchner no estuvo ese día entre los 12 presidentes. Por un lado le fastidiaba la altura cusqueña y por otro le molestaba la participación inicial de Duhalde. Después Brasil, la Argentina y Venezuela terminaron relanzando un organismo regional el 23 de mayo de 2008. Así nació, en Brasilia, la Unión de Naciones Suramericanas. Como la Argentina y Uruguay aún mantenían vivo el conflicto por las plantas procesadoras de papel, no hubo consenso para designar una cabeza. Recién fue posible hacerlo cuando José Pepe Mujica asumió en Uruguay, en 2010, y le prometió a CFK que no le pondría bolilla negra al candidato a secretario, Néstor Kirchner, que había dejado la presidencia de la Argentina el 10 de diciembre de 2007.

Kirchner dedicó ese 2010 que no terminaría con vida (murió el 27 de octubre) a dos actividades. A nivel interno se esforzó para que el Congreso aprobara la Ley de Matrimonio Igualitario. Quedó sancionada y Cristina la promulgó. A nivel externo puso la Unasur como un bombero regional para apagar incendios. El más extremo fue el que estaba derritiendo los nexos entre la Venezuela de Chávez y la Colombia de Santos. No bien asumió la presidencia, en agosto de 2010, Santos y Chávez aceptaron la mediación de Kirchner, que trabajaba en tándem con Lula, y la crisis quedó desarmada.

Sin Unasur, la región tendrá una herramienta común menos. Es otro logro de Temer y Macri.

Martín Granovsky, Página 12.

sábado, 21 de abril de 2018

Estados Unidos devasta la Unasur.


A tono con una política exterior alineada a los deseos de Washington, los gobiernos de derecha de la región anunciaron que suspenden su membresía en la Unasur, el organismo lanzado hace una década para integrar el continente.

El reverdecido sueño de una Patria Grande sudamericana quedó ayer en un paréntesis que se adivina largo. Argentina junto a otros cinco países de la región –que coinciden por esta época en tener gobiernos de derecha– anunció su decisión de suspender su participación en la Unasur, la organización creada una década atrás para integrar a los doce países del continente. En una carta dirigida al canciller de Bolivia, a cargo de la presidencia pro témpore, los seis países renunciantes expresaron su “extrema disconformidad” por la situación que atraviesa el organismo que no pudo designar a un nuevo secretario general que reemplace al colombiano Ernesto Samper por falta de consenso, con las consecuencias de desorden administrativo que puede generar eso. En verdad, una excusa para autoexcluirse de un organización que nunca les cayó en gracia.

“Los países firmantes han decidido no participar en las distintas instancias de Unasur a partir de la fecha hasta tanto no se produzcan resultados concretos en el curso de las próximas semanas que garanticen el funcionamiento adecuado de la organización. Al mismo tiempo, los países analizarán posibles cursos de acción”, fue el llamativo tono de ultimátum que utilizaron en el escrito los gobiernos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Paraguay. De paso, cuestionaron “los objetivos de la Unasur, su estructura y métodos de trabajo, incluido su mecanismo de toma de decisiones”. Es decir, todo.

El canciller boliviano, Fernando Huanacuni, confirmó la recepción de la carta ayer cuando llegó a Quito, justamente para asumir en el nuevo cargo en la moderna sede de la Unasur “Néstor Kirchner”, que tiene una estatua del ex presidente argentino en su entrada. Huanacuni adelantó que buscará organizar una cumbre urgente de los cancilleres sudamericanos para la designación del nuevo secretario general y reivindicó el diálogo como instrumento para encontrar una solución a la crisis. Con todo, reconoció que hoy el equilibrio en la región viró hacia otras direcciones. “El grupo llamado de Lima y la Alianza del Pacífico han cobrado una fuerza muy importante. Eso es evidente”, agregó.

Década ganada
El origen de la Unasur se remonta a 2004, cuando por impulso del entonces presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva y el ex presidente argentino Eduardo Duhalde se reunió en la altura de Cusco –de hecho, Duhalde se apunó– la Comunidad Sudamericana de Naciones. Aunque no fue hasta 2008 que se lanzó formalmente la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), que todavía tardó un tiempo más en ser aprobada por los Parlamentos de los países integrantes. Una de sus características principales fue que las decisiones debían tomarse por consenso, es decir, con el acuerdo de sus doce miembros, una reserva que tomaron países como Colombia y Chile que no querían quedar supeditados a la amplia mayoría que en aquel entonces tenían los gobiernos progresistas.

De movida, con el impulso que le dieron Lula, Cristina Kirchner, Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales, principalmente, se mostró como un organismo activo y con mucho más contenido político que lo habitual en las instituciones regionales. Su primera intervención de importancia fue cuando se reunió de urgencia para expresar su apoyo institucional a Evo Morales y enviar una misión a Bolivia para investigar la matanza de campesinos en Pando. A partir de ahí se volvió una costumbre la convocatoria a cumbres de urgencia para discutir las crisis políticas en la región: ocurriría con el motín policial que enfrentó a Rafael Correa en Ecuador y el golpe legislativo que derrocó a Fernando Lugo en Paraguay. Lo novedoso fue lograr la solución de conflictos de manera autónoma, sin intervención de Estados Unidos, como fue habitual durante el siglo pasado.

Néstor Kirchner surgió como fuerte candidato para ser el primer secretario ejecutivo del organismo, pero su nombramiento llevó tiempo debido al veto del presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, enojado con él por el conflicto de las pasteras. Finalmente, Kirchner resultaría electo en mayo 2010, apenas cinco meses antes de su muerte. Le alcanzó para encabezar una exitosa tarea de mediación entre los gobiernos de Venezuela y Colombia, en una crisis bilateral por la actuación de las FARC. Justamente, como parte de ese acuerdo, a su muerte lo sucederían en la secretaría primero un venezolano –Alí Rodríguez– y luego una colombiana –María Holguín–.

El fallecimiento de Hugo Chávez –un gran impulsor de imaginativas iniciativas “sureñas” como el Gasoducto del Sur, el Banco del Sur y hasta el Tren del Sur– resultó otro golpe para el bloque, que fue perdiendo dinamismo. La llegada de Mauricio Macri y de Michel Temer a las presidencias de Argentina y de Brasil terminó por enfriar definitivamente su funcionamiento. El impulso, por ahora con escasos resultados, es para los bloques que apuntan a los negocios con el mundo desarrollado como la Alianza del Pacífico o el Tratado de Libre Comercio Mercosur-Unión Europea.

En la reciente Cumbre de las Américas, en Perú, los actuales mandatarios de la región buscaron mostrar una postal del nuevo orden, en el que Estados Unidos es un aliado y Venezuela un enemigo. Les falló Donald Trump, ocupado en bombardear Siria. “Esta cumbre marca el fin de la preeminencia del chavismo”, celebró el secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro. Como coletazo de esa afirmación, seis países suscribieron la carta de suspensión de membresía de la Unasur el día que Bolivia, otro país del eje bolivariano, asumía la conducción.

La mirada al norte
La presidencia pro témpore previa a la de Bolivia la ocupó Argentina que hizo poco y nada por avanzar en la organización del organismo, algo que ayer fue puesto como motivo principal de la deserción del sexteto. En estos meses, el único nombre que se echó al ruedo como posible reemplazante de Samper en la secretaría ejecutiva fue el del ex senador y actual embajador argentino en Chile, José Octavio Bordón, pero no tuvo consenso de parte de los países bolivarianos. “Esto ha tenido graves consecuencias para el organismo”, argumentaron en la carta enviada al canciller Huanacuni. “Preocupa enormemente que no se haya alcanzado consenso para dar por terminados contratos del personal directivo y el jefe de gabinete de la organización”, fue otra de las excusas utilizadas, que suena poco consistente para tomar un paso tan grave.

Un anticipo de lo que se venía fue que ante la exorbitancia de la detención de Lula por supuesta corrupción por un departamento que nunca ocupó, la Unasur se haya mantenido en absoluto silencio. Justo tratándose de Lula, el principal impulsor de la constitución del bloque y quien gestó algunos de sus acuerdos más importantes como el firmado con la Liga Arabe y con Africa. También la constitución del Consejo de Defensa Suramericano, una iniciativa que aspiraba a enterrar definitivamente la desconfianza que alguna vez existió entre los países de la región en materia de seguridad y equipamiento militar. Como tantos otros avances regionales que a partir de la resolución de ayer pueden quedar perdido en la neblina de los sueños.

Fernando Cibeira, Página 12.

sábado, 7 de abril de 2018

Cristina Kirchner conversando con Correa.



Cristina Fernández de Kirchner (Presidenta argentina entre 2007 y 2015) es recibida como invitada en el programa televisivo de Rafael Correa (Presidente ecuatoriano 2007-2017), en abril de 2018.

Es de notar como ambos lideres muestran sus cartas y credenciales de pensamiento ante una opinión pública que, en su gran mayoría, no está educada para entender el grado de problemática expuesto. En ese marco nos sorprende la capacidad de Cristina Kirchner menos para enunciar o explicar que para callar. Así y todo, con toda esa verborragia de pretensiones docentes, es alarmante lo que Cristina calla y admirable el cuidado en no correr un centímetro su discurso de la arena política.
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